miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿TIENE SENTIDO CONMEMORAR LOS DIFUNTOS? ¿TIENE SENTIDO ACTUAR CON LIMITES?


¡Cuántas flores embelleciendo las tumbas! ¡Música, ventas, ofertas de trabajadores y mucha mucha gente! Es  en resumen lo que podemos apreciar en el cementerio general, aunque me encuentro en el de San Vicente, no creo que diste mucho del resto de nuestro país. 

Me encuentro encima de una lapida observado con calma a mi alrededor, preguntándome realmente el por qué de tanto movimiento en este día, considerado sagrado para la mayoría de personas. La respuesta que seguramente recibiré es: porque venimos a recordar nuestro seres queridos, a las personas con cuáles compartimos en vida. Una respuesta muy bonita y común, pero yo pregunto: ¿Cómo fueron con la persona en vida? ¿Estará agradecido el ser querido por sus flores, adornos y pintada de la tumba? ¿Realmente le está escuchando alguien quien seguramente ya solo es polvo o cuerpo putrefacto? En resumen, ¿tiene sentido lo que hacemos este día todos los años?... El Papa de la Iglesia Católica dijo el 2 de noviembre de 2008: "La oración de un alma peregrina en el mundo, puede ayudar a otra alma que se está purificando después de la muerte. Por eso, hoy la Iglesia nos invita a rezar por nuestros queridos difuntos y a visitar sus tumbas en los cementerios".

En el ambiente popular se escucha la siguiente expresión invitatoria: "goza la vida como lo desees, porque después de esta vida no hay otra". Si analizamos esta frase desde la óptica cristiana, podemos expresar la causa de propagar esta frase: 1. Por ignorancia del contenido, 2. Por costumbre oral, y 3. Por poseer una vida de linea materialista-hedonista. Nuevamente, desde la óptica cristiana, decimos que después de esta vida hay otra, más aún, la otra dependerá de como se viva la que poseemos en la tierra. Que con la muerte no termina todo, sino que se da una transformación. Por eso se entiende el porqué del esfuerzo por hacer la voluntad de Dios y el rechazo de lo que separa de Dios.

Hoy con el corazón dirigido a las realidades del más allá,, conmemoramos a todos los difuntos, que "nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz" (Plegaria eucaristía I). Benedicto XVI anima diciendo: "Es muy importante que los cristianos vivamos la relación con los difuntos en la verdad de la fe, y miremos la muerte y el más allá a la luz de la revelación". San Pablo también exhorta a "no afligirse como los hombres sin esperanza" (1 Tesalonicense 4, 13-14).

Si la Iglesia este día hace esta conmemoración a nivel mundial, si las misas y oraciones de sufragios se multiplican por doquier, si abundan las flores, velas y tanto detalles para los que ya nos han precedido, si poseemos una fe en la salvación, todo esto tiene su base en la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Èl le da sentido, solo falta "evangelizar la realidad de la muerte y de la vida eterna" (Benedicto XVI, 2 noviembre 2008).

Por el razonamiento entramos a esta esfera de la fe, por eso es fundamental darle razones a nuestra existencia y no estar sujetos a costumbres, tradiciones, rechazos intelectuales, supersticiones, sincretismos; sino, encontrarle razón y contenido a nuestro proceder o elección en la vida ante la muerte.


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